domingo, 20 de abril de 2014

El inicio de nuestro viaje

Cini es mi perrita de asistencia. Es una Jack Russell de 1 año, cuyo trabajo consiste en avisarme antes de tener una hipo o hiperglucemia con el tiempo suficiente para que pueda tomar las mediadas oportunas.

Me llamo Lidia, y soy diabética desde que tenía 5 años, ahora tengo 18. Cuando me diagnosticaron era muy pequeña, demasiado para entender lo que la Diabetes puede llegar a cambiar una vida. Cuando fueron pasando los años asumí que iba a ser mi compañera de viaje definitiva, que siempre iba a estar ahí y que lo mejor era aprender a vivir con ella.

El miedo a los pinchazos era una de las grandes batallas diarias, pero por suerte cuando tenía 9 años y tras una gran lucha por parte de mis padres, conseguimos que me pusieran la bomba de insulina. Fue un gran alivio contar con ella, puesto que las comidas dejaban de ser una mala noticia, los horarios empezaron a ser más flexibles y, sobre todo, era un solo pinchazo cada 3 días.

La bomba me ha permitido desde entonces un mejor control, pero hace poco más de un año decidí poner un nuevo medio para evitar las hipo e hiperglucemias. Es muy común entre los diabéticos tipo 1 el miedo a las bajadas nocturnas, y en mi caso ese fue el motivo por el que me decanté a tener a mi pequeña.

Comencé a buscar información y en poco más de dos meses me decidí. El trabajo desde entonces ha sido constante, pero ir viendo los resultados poco a poco me mantuvo con ilusión hasta que la pequeña me marcó la primera hipoglucemia real, fue entonces cuando terminé de confiar en ella. Las horas de entrenamiento han tenido su recompensa, la tienen cada día cuando Cini me avisa hasta con 20 minutos de antelación de mis subidas y bajadas, utilizando diferentes señales para cada situación; esto me permite ajustar la insulina de la bomba o tomar hidratos de carbono, sin llegar si quiera a encontrarme mal.

Así es como día a día Cini y yo hemos ido haciéndonos inseparables.

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