lunes, 14 de julio de 2014

Una gran ayuda en todos los sentidos

Hace un par de dias llegué a comer con 288, pensé que me había quedado corta con la insulina que me puse en el almuerzo y me corregí en el bolus de la comida.

Me eché un ratito de siesta, que se me fue un poco de las manos, porque había puesto la alarma a la hora y media para medirme y ver si estaba bajando pero la apagué sin llegar a despertarme. Por suerte, Cini subió al sofá a olfatearme y comenzó a ladrar, y a ella si que... Por mucho sueño que tenga, no hay quien la haga callar hasta que me levanto, me mido, y le doy su fuerte abrazo por el trabajo bien hecho.

Así que me levanté a ver cuánto azúcar llevaba, y lejos de bajar con la corrección y el tiempo de espera antes de empezar a comer, había subido a 357. Como no llevaba cc (cuerpos cetónicos en sangre), decidí poner remedio a la situación antes de que llegaran y me cambié el cateter, puesto que si la corrección y el bolus de la comida no habían hecho efecto y no había burbujas visibles en el tubo... A mi me dio que el problema era el cateter (ya en su cuarto día, no me quedaban mas que unas horas para cambiarlo y pensé que era mejor adelantarlo).

Lo preparé todo y me puse un ratito un poco de hielo en la zona (así ni lo noto cuando entra) y justo cuando fui a ponermelo sentí como que no podía, y sin querer empecé a llorar. Hacía ya mucho tiempo que no me pasaba... Cini vino corriendo y aunque le di un trozo de pan para que estuviera entretenida y alejada, lo dejó en una esquina y volvió corriendo a tumbarse en mis pies... A lo mejor era justo lo que necesitaba, porque alejé el disparador de la piel, respiré, conté hasta 10 y me lo puse sin pensarlo.

A veces solo hace falta un poco de tranquilidad y, en este caso, Cini se encargó de recordarme que tenía toda la que necesitaba.

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