sábado, 6 de septiembre de 2014

Un no ladrido que evitó la hiper

Muchas veces escribo como Cini me salva de los descontroles con uno de sus ladridos, creo que no está del todo bien explicado...

Cini ladra para ayudarme a mantener a raya a la tía Betty, o no. Ayer estuve dando un paseo con mi chico y la peque iba con nosotros, como siempre. Cuando llevábamos poco más de media hora caminando empecé a encontrarme rara, como de hipo pero tampoco con todos los síntomas. Estaba mareada. Me acerqué a Cini para que me oliera y ella apartaba la cabeza todo el rato. Me extrañó y me medí con el glucómetro, 108. Entonces volví a ofrecerle a la peluda para que me oliera y otra vez lo mismo... Así que tenía que elegir, me fiaba de mis síntomas y tomaba algo de hidratos o confiaba en que Cini estaba segurísima de que mi azúcar no iba a variar (al menos en la próxima media hora). Poco a poco se me pasó el mareo (seguramente sería del calor) y al llegar a casa, 2 horas más tarde, estaba en 121. Prefecto, sin comer hidratos y sin modificar la insulina con basales temporales, simplemente fiandome de que mi princesita decía que mis niveles no se descontrolarían, y así fue.

Por eso, no es solo un ladrido a tiempo, no es una señal que ella me hace porque se lo hayamos enseñado y ya está. Es su comportamiento, su manera de actuar. Su movimiento de cola enérgico cuando una hipo o hiper se acerca porque sabe que está haciendo lo que le enseñamos y que lo está haciendo bien por lo que recibirá su premio favorito. Y su manera de rechazar con tranquilidad un premio fácil solo porque está segura de que esa situación no de las que “huelen raro".
Es su manera de cuidarme cuando lo necesito, y su alegría cuando estamos jugando. Su mirada de seguridad cuando está marcando y su manera de pasar tranquilamente tras olfatear y comprobar que todo va bien. Es esa pequeña princesa que me cuida con ladridos y señales aprendidas, pero también con todas las señales espontáneas que solo ella y yo nos entendemos...

Que fácil hubiera sido para ella marcar cuando yo insistía tanto en que lo hiciera y llevarse su premio. Pero no lo hizo, no hubiera sido ella, segura de todo lo que hace y casi tan metódica como yo. Y es que, según dicen, no hay perro que no se parezca al amo...

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